labios: «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad» (Salmo 139:23–24), le agradecerás cualquier delicada admonición que te lleve al gran examen de conciencia. «Conviene —afirma el Dr. Owen— que se recuerde estas cosas a los profesantes de todo tipo, puesto que es posible que veamos a no pocos de ellos sufriendo un debilitamiento visible, sin demostrar ninguna intención sincera de recobrarse, aun cuando estén convencidos de
Page 24